Hace tiempo que camino con los ojos entornados y la mirada fija en el suelo. Ya no espero nada interesante, siempre me acompañan las mismas ratas de siempre. Me muerden los talones con insistencia, esperando que les dé alguna migaja pero no quiero alimentarlas. Que busquen otro sitio donde alimentarse, yo ya me cansé de darles comida para que acaben mordiéndome las puntas de los dedos con avidez. Siempre quieren más.
Camino por un sendero seco y árido mientras sobre mi cabeza se forman nubes de tormenta que oscurecen mi camino. Miro hacia ellas, esperando a que comiencen a descargar su refrescante lluvia sobre mí para que arrastre mi pesar. Cierro los ojos mientras mi rostro se empapa y me dejo caer en el suelo, sumida en la desesperanza y la soledad, en la rutina y el hastío.
En ese momento, las ratas que me acompañan huyen. Miro hacia el frente y me encuentro de cara con un lobo al que parece no importarle la lluvia. Entre sus patas juegan dos pequeños lobeznos, que se refugian del agua poniéndose bajo su progenitor. Me acerco a ellos y los cubro con mis brazos para protegerlos. No me dan miedo. ¿Me aceptarán como una más en la manada? ¿Seré capaz de cuidar de todos ellos?
Catatanemak
Hace 3 años