jueves, 30 de diciembre de 2010

Ayer, hoy, mañana

Me balanceo entre dos espacios temporales, en los límites que el hombre ha creado para ilusionarse con la idea de que puede controlar y medir el paso del tiempo... Mientras mantengo el equilibrio con los ojos cerrados y los brazos extendidos, me pregunto qué es el tiempo. ¿Qué es un segundo mientras miras los ojos que amas? ¿Qué es una eternidad cuando esperas la llegada de esa persona que hace latir tu corazón? ¿Cómo se mide el tiempo que tarda en llegar un beso que tanto anhelas?

A mi alrededor, los vientos tempestuosos de los malos ratos de este año que termina me despeinan los cabellos. Con una sonrisa, acepto todas sus enseñanzas y dejo que mi pelo se alborote. Entre sus rugidos de llantos, de desilusiones, de miedos y de dudas, escucho otros ecos que alegran a mi alma: las risas divertidas, las charlas amistosas, los silencios reconfortantes... Los atrapo con las manos y jugueteo con ellos entre mis dedos, admirando su brillo pálido y cálido...

Fijo la mirada en el horizonte, donde brillan luces de nuevas promesas. Es el futuro que viene y yo le sonrío, porque no tengo miedo.

Mi propósito para el 2011: seguir siendo siempre yo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Adiós, amigo

¿Y así es como acaba todo?

El frío mañanero vino hoy acompañado de tus palabras electrónicas y me congeló hasta el corazón, donde te guardo. Me has dicho "adiós" y he recibido el golpe en mitad del pecho.

Las risas, las lágrimas, las confidencias, las interminables charlas al teléfono, los consejos, las bromas, las cosas serias, tus cosas, las mías, las de los dos... ¿Te llevarás contigo la parte que te corresponde, al menos? ¿O seré yo la única que en momentos de remembranza, acaricie esos retazos del pasado, recordando los buenos momentos que pasamos juntos?

Adiós, amigo. Que la vida te sonría, al menos de la misma manera que me sonríe a mí, estés dónde estés, hagas lo que hagas, ya sin mí, puesto que conmigo no quieres que sea.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Ausencia

Como te ausentas, me ausento.
Como te silencias, me silencio.
Como te vas... no, yo no me voy. Yo me quedo.

Me quedo agobiada porque me rodea demasiado aire ahora que tú no ocupas espacio.
Me quedo perdida porque sin el sonido de tu voz, todo se convierte en estruendo.
Me quedo rígida porque mi piel no se doblega ante tu tacto.
Me quedo desesperada porque el anhelo se apodera de mí.

Te echo de menos terriblemente.

Y espero tu regreso.

Tal como prometiste. Tal como prometí.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Casi

Quiero besar tu mirada. Quiero oler tu sonrisa. Quiero tocar tu voz. Quiero ver tu calor. Quiero escuchar tu piel.

Alargo el brazo, estiro la mano, las puntas de mis dedos casi alcanzan a rozarte, casi puedo sentir tu piel... Mi respiración se acelera al ver tus pestañas cuando giras la cara porque ni siquiera estás viendo los esfuerzos que hago por llegar hasta ti... Simplemente no sabes que estoy ahí...

De mi garganta se escapa un suave gemido desesperado, el anhelo ha encontrado una fuerte trinchera en mi pecho y desde allí, también te contempla mientras hablas, ríes, piensas...

Ya no doy más de mí. Cuando empiezo a sentir calambres de pasión por la tensión de tenerte tan cerca y no poder llamar tu atención, me dejo caer a tus pies y me resigno a seguir esperando. Quizá la próxima vez pueda sentir la suavidad de tu mejilla en las yemas de mis dedos.