Me balanceo entre dos espacios temporales, en los límites que el hombre ha creado para ilusionarse con la idea de que puede controlar y medir el paso del tiempo... Mientras mantengo el equilibrio con los ojos cerrados y los brazos extendidos, me pregunto qué es el tiempo. ¿Qué es un segundo mientras miras los ojos que amas? ¿Qué es una eternidad cuando esperas la llegada de esa persona que hace latir tu corazón? ¿Cómo se mide el tiempo que tarda en llegar un beso que tanto anhelas?
A mi alrededor, los vientos tempestuosos de los malos ratos de este año que termina me despeinan los cabellos. Con una sonrisa, acepto todas sus enseñanzas y dejo que mi pelo se alborote. Entre sus rugidos de llantos, de desilusiones, de miedos y de dudas, escucho otros ecos que alegran a mi alma: las risas divertidas, las charlas amistosas, los silencios reconfortantes... Los atrapo con las manos y jugueteo con ellos entre mis dedos, admirando su brillo pálido y cálido...
Fijo la mirada en el horizonte, donde brillan luces de nuevas promesas. Es el futuro que viene y yo le sonrío, porque no tengo miedo.
Mi propósito para el 2011: seguir siendo siempre yo.