Vengo de la batalla.
Vengo de la lucha encarnizada, de la frustración, de la espera, de la ansiedad, de los nervios...
Vengo de callar, de escuchar, de aprender, de decidir, de transformar...
Vengo y a veces creo que ya no soy yo, sino otra.
Vengo al hogar de nuevo, donde el aire siempre es cálido, donde la luz y la oscuridad me reconfortan a partes iguales, donde me desnudo sin prejuicios, donde siempre puedo ser yo, donde soy feliz.
Soy la manzana madura que cae del árbol de la candidez hasta el firme suelo de la realidad y que a pesar del golpe, sabe que por fin está en su punto.
Espero que aún estéis por ahí, pues tengo cosas que ofreceros.