viernes, 18 de enero de 2008

La violinista

Sentada en la calle con las piernas a un lado, con un vestido raído que dejaba al descubierto unas rodillas fuertes y unos brazos fibrosos, con la melena negra enmarañada pero sorprendentemente limpia y los ojos poseídos por la tristeza, la violinista arrancaba de su instrumento notas trágicas, melancólicas y desgarradoras que la gente que pasaba por la calle ignoraba.
Nadie recordaba cuándo llegó a esa calle, es más, algunos ni siquiera habían reparado en su presencia, casi pisándola cuando pasaban por su lado, pero a ella no le importaba. Tocaba y tocaba, despellejándose los dedos, con los ojos ora cerrados, ora abiertos, ofreciendo lo único que tenía y lo que a nadie le importaba, la música de aquel violín negro que encontró tras salir de una ermita, después de haber maldecido a Dios por su miserable vida.
Un día él se detuvo frente a ella y escuchó pacientemente la sonata que la violinista desgranaba poco a poco, manteniendo los ojos fijos en ella. Cuando acabó la canción, la violinista emitió un profundo suspiro lleno de congoja y levantó la vista, para encontrarse con el rostro más bello que nunca había visto.
Sin dejar de mirar aquellos ojos negros en los que brillaba un fuego traído del más allá, encendido hace siglos, cuando su poseedor fue expulsado del paraíso, la violinista cogió su instrumento y comenzó a tocar frenéticamente. Su respiración se agitó cuando el hombre sonrió y mostró una dentadura blanca y perfecta, de no ser porque todos sus dientes estaban afilados cual colmillos. Las notas se sucedían cada vez más deprisa alcanzando agudos imposibles hasta que desfallecida, dejó caer el violín a un lado. Sin decir una sola palabra, él acarició su mejilla y ella sintió que sus dedos, aunque llenos de consuelo, quemaban su piel.
A la mañana siguiente, la encontraron muerta, sin su violín.

lunes, 7 de enero de 2008

Rechazo

¿Me rechazáis? ¿En serio? ¿Vosotros, los únicos en los que confiaba?
Esta traición ha caído sobre mí como una enorme lápida de piedra gris y mohosa en la que alguien ha grabado "NO CONFÍES EN NADIE". Aún estoy inmóvil, he recibido el golpe en plena frente y cuando tenía la guardia baja.
Tranquilos, esta vez me habéis sorprendido pero ahora me toca golpear a mí y no tendré piedad. Lucho por tragarme las lágrimas y me muerdo la lengua para que no tiemble mi voz. Aprieto los puños reprimiendo la violencia que lucha dentro de mí. Me esfuerzo por esbozar una sonrisa; sé que en realidad lo que aparece en mi rostro es una mueca patética que os asusta.
Ahora sé que no existe la confianza ni nada que se le parezca. Empiezo el año aprendiendo una gran lección que pienso tener presente para siempre. No importa cuánto hagas por los demás, nunca se van a dar cuenta, nunca lo van a apreciar y por supuesto, nunca van a recompensarte. No importa si hablamos de un conocido, de un amigo, de un amor, de un familiar.
Esta noche lloraré en la oscuridad cuando nadie me oiga y la almohada absorberá mis lágrimas, únicos testigos de mi decepción, pero por la mañana seré de nuevo una reina de mármol frío y gris.
Una reina dispuesta a ejercer su soberanía basada en el egoismo y la indiferencia. Una reina que ya no perdona nada ni a nadie. Una reina que ya no tiene miedo de estar sola.

martes, 1 de enero de 2008

Un año más

Bienvenido, 2008. Pasa y acomódate, no sé qué me traes pero aún así te recibo calurosamente. Sírvete algo caliente, por favor, y dime qué te ha contado el 2007 acerca de mí...
Ajá, veo que no ha escatimado en detalles, parece orgulloso de haberme vaciado el alma y el corazón poco a poco, mes a mes, día a día... ¿Y te ha dado alguna explicación de por qué ha hecho eso? Ah, claro, cosas de la vida, del destino... No, no, no, por favor, no le excuses ni me hables de planes divinos, por favor, estoy cansada de escuchar esos estúpidos argumentos. La realidad es que 2007 ha sido un cabronazo!! Bastante materialista, además, porque en ese aspecto no me puedo quejar, pero poco le ha importado el bienestar de mi corazón, lleno de cicatrices, algunas de las cuales él ha hecho sangrar de nuevo.

Voy a decirte una cosa, 2008. Voy a darte una oportunidad. Voy a esperar pacientemente lo que me tengas deparado, lo que hayas pensado para mi en estos doce meses, pero te digo una cosa: esta vez pienso defenderme de todo lo que me envíes. Dejaré a un lado mi estoicismo y mi paciencia y me defenderé con uñas y dientes. Ya puedes preparar a tus peores esbirros porque los enfrentaré con frialdad, con dureza, con egoismo, no dudaré en emplear lo peor que hay en mi para defender mi alma y mi corazón.

Estoy preparada para la batalla.