miércoles, 12 de marzo de 2008

La selva

¡Por favor, que alguien me deje salir de aquí! Los comentarios me atrapan, las palabras envenenadas y llenas de envidia trepan por mis pies y me afianzan a un terreno pantanoso en el que me voy hundiendo por el peso de mi ingenuidad. Elevo los ojos implorando ver el cielo azul y despejado pero sólo me encuentro con los rostros impasibles de los que ven que penetro lentamente en el cieno de la confianza y no hacen nada por ayudarme.
Me vengaré de todos vosotros. Estoy viendo vuestras manos mancillando mis enmarañados cabellos mientras me empujáis hacia el fondo, siento las puntas de vuestros dedos entrando en mis ojos, me apretáis las mejillas con vuestras garras para que no pueda gritar y pedir ayuda.
Está bien. Dejo de moverme y me hundo, me hundo en el fondo de la oscuridad de vuestros corazones. Pero lo que no sabéis mientras os alejáis entre risotadas de orgullo es que resurgiré del fondo de todo ese barro maloliente y que os perseguiré uno a uno, me presentaré ante vosotros cubierta de tierra y agua estancada y os asfixiaré lentamente. Tan sólo esperad.

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