lunes, 22 de noviembre de 2010

El empresario

Las manos de la masajista se deslizan arriba y abajo por aquella espalda tensa, dura y llena de músculos cuyos nudos atrapan las mil y una historias que el empresario vive cada día. Siente bajo las yemas de los dedos la piel curtida del hombre, que a pesar de los inciensos, las luces tenues y el olor de los aceites, no puede dejar de hablar de su trabajo. Con infinita paciencia, observa aquella nuca despejada y los cabellos negros perfectamente peinados. El cuerpo del empresario vibra debido a la energía con la que habla y la masajista encuentra cada vez más difícil la concentración en su labor.

- ¿Y si hablamos de otra cosa? Está usted muy nervioso...

Por unos instantes, la voz del empresario deja de escucharse en la pequeña habitación y la masajista esboza una tenue sonrisa. Una tenue sonrisa que se convierte rápidamente en un rictus de terror cuando el empresario se gira rápidamente y atrapa entre sus gruesos dedos el cuello de la mujer, apretando al tiempo que se incorpora en la camilla, hasta que ella queda de rodillas en el suelo, con los ojos vidriosos por lágrimas de miedo y de angustia. La contempla con frialdad sin dejar de ejercer presión sobre su garganta hasta que tras un último estertor, el cuerpo de la masajista cae inerte sobre el suelo.

El empresario se vistió y salió de allí mientras se colocaba la corbata.

A él nadie le decía lo que tenía que hacer.

5 consuelos:

Tonet dijo...

Despiadado e intenso...pero debo reconocer que a alguno de mis jefes lo hubiese estrangulado ... :):):)
Un abrazo

Laura dijo...

¡Claro! ¿Quién no ha tenido ganas de matar alguna vez, sea por lo que sea?

¡Un abrazo!

Malvada Bruja del Norte dijo...

Me hiciste apretar los dientes, muy bueno Laura, muy bien tensada la historia.

Laura dijo...

Un placer haberte provocado esa reacción y verte paseando por aquí.

¡Un abrazo!

Anónimo dijo...

Que bien expresado